lunes, 17 de diciembre de 2007

IRONIA:

La ironía es la figura del discurso mediante la que se da a entender lo contrario de lo que se dice. Se da cuando, por el contexto, la entonación o el lenguaje corporal (guiñando un ojo, alzando y bajando los dedos corazón e índice de ambas manos sobre la cabeza, colocando el pulgar sobre los otros dos dedos bajados mientras se dice la ironía) se da a entender lo contrario de lo que se está diciendo. La intención que generalmente de tener una perspectiva cambia en base a acciones o efectos de la cual se aleja por posibilidades externas. Cuando la ironía tiene una intención muy agresiva, se denomina sarcasmo. En el lenguaje escrito, la intención irónica puede explicitarse con un signo de exclamación encerrado entre paréntesis, mediante comillas, con un emoticono, etc.; aunque también existe un signo de ironía propiamente dicho (؟), propuesto en el s. XIX por el poeta francés Alcanter de Brahms, que sin embargo no logró extender su uso. Etimología [editar]
El término griego del que procede ironía, εἰρωνείa (eironeia), significa «simulación». El pícaro o simulador (eiron) finge ignorar aquello que conoce.
Sócrates hizo un uso hábil de la ironía para desenmascarar a los sofistas: se acercaba a ellos como un humilde aprendiz y les interrogaba sobre cuestiones que, en teoría, dominaban. Poco a poco, con sus preguntas hábiles ponía de manifiesto la ignorancia de los presuntos sabios.
Ejemplos
«Claro está: fue con buenísimas intenciones».
«El valiente soldado, huyó de la batalla».
«La
Grande y Felicísima Armada».
«¿Aún es ilegal hacerles autopsias a pacientes vivos?».
«¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Hay posibilidad de tarifa de grupo?».
«Un payaso llorando».
Ironía socrática
La ironía es la primera de las fórmulas utilizadas por Sócrates en su método dialéctico. Sócrates comienza siempre sus diálogos psicopedagógicos y propedéuticos desde la posición ficticia que encumbra al interlocutor (en este caso el alumno) como el sabio en la materia a tratar. Dado que Sócrates era considerado como el hombre más sabio de Atenas es fácil entender el porqué de la ironía. El siguiente paso del diálogo sería la
mayéutica, esto es ayudar a sacar de dentro de la psique aquello que el interlocutor sabe pero ignora saber. Para ello el método socrático sugiere realizar preguntas sencillas sobre el tema en el que el sujeto (alumno) ha sido nombrado como sabio. Después, las respuestas que el interlocutor daba a Sócrates eran rebatidas, en especial confutadas con la finalidad de que el alumno descubriera que su "saber" era un conjunto de pre-juicios y las fuera completando y precisando por sí mismo tomando consciencia, en todo lo posible, de lo real.
Ironía cómica [editar]
Es una incongruencia aguda entre nuestras expectativas de un suceso y lo que ocurre.
La ironía tiene gran parte como origen en la percepción del individuo de la paradoja. Por ejemplo, en junio de 2005, la agencia de empleo del estado de
Virginia, EEUU, que maneja las compensaciones a los parados, anunció que echaría a 400 empleados por falta de trabajo porque el paro era muy bajo en el estado. La percepción del lector de una desconexión entre la expectativa común y la aplicación de la lógica con un suceso inesperado, las dos vistas como un elementos, mostrando conexión entre la ironía y el humor cuando la sorpresa nos sumerge en la risa. No todas las ironías son gracias por otro lado.
La primera frase de la novela de
Jane Austen, Orgullo y Prejuicio, comienza con una postulado casi matemático. «Es una verdad concebida que un hombre soltero en posesión de una buena fortuna debe estar en búsqueda de mujer». La escena siguiente traiciona el postulado. «No, un hombre rico moviéndose entre el vecindario no buscaba encontrar una mujer». De hecho, pronto se ve claro que este se refería a lo contrario: las mujeres (o sus madres) están siempre en búsqueda de un soltero rico para tomarle como esposo. La ironía yace en cómo promueve el romance y termina en una boda doble.
Ironía romana [editar]
En los tiempos de la antigua
Roma, la ironía era usada en los discursos y conversaciones retóricas publicas, en las cuales las palabras usadas eran opuestas a su significado o intención.
Shakespeare imita la ironía romana en su obra Julio César en el discurso de Marco Antonio: «Amigos, romanos, paisanos, prestadme vuestros oídos, he venido a enterrar a Cesar, no a aplastarlo». Continuamente enfatizando que Bruto y los conspiradores eran «hombres honorables». El monólogo usa la ironía para glorificar a César, Antonio elige palabras que parecen dar soporte a los asesinos, mientras que su propósito y efectos son incitar a la gente contra ellos.
Ironía verbal [editar]
La ironía verbal es tradicionalmente definida como el uso de palabras para referirse a algo que es más, y normalmente, lo opuesto al significado literal de las palabras. Un ejemplo clásico es un hablante diciendo «Qué bien nos lo estamos pasando» mientras mira todas las hojas que le queda por estudiar intentando expresar su disgusto por el trabajo. Sin embargo, no hay ejemplo de ironía verbal que no relacionan diciendo lo contrario a lo que uno se refiere, y estos son los casos donde todo el
criterio tradicional de ironía existe y el resultado no es irónico.
Bastante confusión ha crecido en torno a la relación entre la ironía verbal y el
sarcasmo, y los psicólogos han apelado el tema. Por ejemplo, el ridículo es una aspecto importante de sarcasmo, pero no de ironía verbal en general. Así, el sarcasmo es un tipo de crítica hacia una persona o grupo de personas que incorpora ironía verbal. Por ejemplo, una persona dice a su amiga que ante un cáncer de ovarios, prefiere acudir a un espiritista antes que a un médico para que la trate. En respuesta su amiga dice sarcásticamente «¡Gran idea! ¡He escuchado que hacen un trabajo estupendo!». (Recalcar que esto puede ser dicho literalmente por una persona que realmente confía en los espiritistas y su curación como tratamiento legítimo para la enfermedad).
Ironía trágica (o dramática) [editar]
En la tragedia, la llamada «ironía trágica» es un instrumento o recurso para aumentar la intensidad de la situación dramática. La ironía trágica está especialmente presente en los dramas de la
Antigua Grecia. En esta forma de ironía, las palabras y acciones del personaje muestran la situación real, que el espectador observa y es completamente consciente de lo que sucede. Puede tener varias formas, el personaje hablando puede darse cuenta de la ironía de sus palabras mientras que el resto de los personajes puede que no, o él o ella pueden inconscientemente, mientras otros actores comparte el conocimiento con los espectadores, o los espectadores solos se darían cuenta de la ironía. El rey Edipo de Sófocles da un ejemplo de ironía certera y en toda su extensión.
La ironía llega a la expresión en un comportamiento inapropiado. Un
texto en una escena con amenazas de violentas, por ejemplo, puede percibir camaradería por parte de la víctima como incrementan irónicamente hasta convertirse en llamativamente inapropiado.
Cuando no está reconocida, la ironía puede llevar al malentendido. Incluso si una ironía es entendida como tal, a menudo expresa menos claramente lo que el hablante o escritor quiere decir que si lo dijera directamente.
Otro famoso caso de ironía trágica ocurra en la obra de Shakespeare
Romeo y Julieta cuando Romeo encuentra a Julieta drogada como si estuviera muerta, él asume que lo está y se suicida. Al ver a su amante muerto yaciendo junto a ella, Julieta se mata con un puñal.
Variación cultural
La ironía a menudo requiere una bagaje
cultural que debe tenerse en cuenta, y como una forma de hablar de una lengua determinada, la ironía a veces no puede ser perfectamente traducida. Una excepción con un segundo significado fácil de entender para un estadounidense proveniente del este, puede ser extraña para un canadiense, austriaco, o incluso estadounidense del oeste. Intentar una traducción literal de la expresión irónica a otro idioma a menudo lleva el concepto hacia lo incoherente. Más allá, el uso de la ironía verbal puede también relacionarse con pautas no literales como el tono de voz o la postura. Toda cultura incorpora su propia manera de metáfora lingüística y expresiones verbales. En tales casos, la traducción requerirá un cuidado extra, y quizás una explicación

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